Año 2, Número 3. Mayo - Agosto, 2015


La curva de la democracia digital

The curve of digital democracy
Universidad Tecnológica de León

Por: David Hernández Aguirre / Ver en pantalla completa


Resumen

El presente artículo tiene como objetivo reflexionar, desde la Teoría de la Singularidad, sobre los efectos que el crecimiento exponencial de la tecnología de la información están teniendo en la sociedad, específicamente en el área de la política y la democracia, considerando un escenario donde la cultura digital es una realidad que se expande rápidamente. En la primera parte se explica la ley de Moore y el concepto de La Curva como fundamentos de la Teoría de la Singularidad. En la segunda parte se analiza el uso que los gobiernos, los políticos y los ciudadanos le están dando a la tecnología y las nuevas relaciones que se establecen entre ellos. Finalmente se reflexiona sobre el tipo de sociedad, gobierno y sistema político que puede estarse gestando actualmente.

Palabras clave: Democracia, tecnología de la información, personalización, megatendencias y ciudadanía.


Abstract

This article aims to reflect about the Singularity Theory on the effects that the exponential growth of information technology is having on society, specifically in the area of politics and democracy, considering a scenario where digital culture is a reality that is rapidly expanding. In the first part, the Moore’s Law and the concept of the Curve as foundations of Singularity Theory is explained. In the second part, the use that governments, politicians and citizens are giving to technology and new relationships established between them is analyzed. Finally we reflect on the type of society, government and political system that can be currently brewing.

Keywords: Democracy, information technology, customization, megatrends, citizenship.


Introducción

La sociedad posmoderna está viviendo una época que se caracteriza por el surgimiento de nuevos paradigmas que provocan grandes cambios en todas las áreas del desarrollo humano. Lipovetsky ha descrito esta como una era de vacío en la que “el posmodernismo es el proceso y el momento histórico en que se opera ese cambio de tendencia en provecho del proceso de personalización, el cual no cesa de conquistar nuevas esferas: la educación, la enseñanza, el tiempo libre, el deporte… las relaciones humanas, la información… el trabajo”1. Se observan megatendencias que están impactando los ámbitos de la tecnología, la información, la política y la economía, la ciencia, la cultura, generando profundas transformaciones que a su vez crean una atmósfera de incertidumbre. En esta época incierta Bauman observa factores como un incremento del individualismo; una nueva manera de concebir el ejercicio de la política más allá de la tradicional esfera de la territorialidad; enfrentamiento generacional y un estilo de vida fragmentado y sin planificación2.

La era industrial tal como se desarrolló en el siglo XX no existe más. Ha dejado su lugar a una sociedad digital que está emergiendo de la información y el conocimiento donde prevalece una cultura visual, grandes avances en las áreas de la genética, la robótica, la información y la nanotecnología. Las nuevas generaciones han desarrollado habilidades “multi-task o multi-tareas” (entendida como la habilidad de ocuparse en varias actividades al mismo tiempo) y hay un avance sin precedentes de la informática y la computación, así como una producción a gran escala de equipos personales de comunicación, con alcance transfronterizo, que día a día se vuelven más accesibles al grueso de la población. La tecnología de la información, de la comunicación, se está democratizando cada vez más a través de la Internet, las redes sociales y los teléfonos celulares. En la misma ruta está el llamado Smartphone y el BlackBerry entre otros dispositivos. Esto es mucho más que una simple moda. Es un cambio tanto o más trascendente que la aparición de la prensa, la radio o la televisión. Es, literalmente y en un sentido no buscado, el equipamiento de la ciudadanía para comunicarse libremente entre sí. En este contexto, el uso que los gobiernos y políticos dan a la tecnología cobra especial relevancia. Se está gestando una nueva relación entre gobernantes y gobernados, en un nuevo modelo que empieza a vislumbrarse y al que se ha llamado “democracia digital”. A largo plazo las consecuencias son imprevisibles, pero es posible afirmar que las tradicionales nociones de ciudadanía, gobierno, democracia, política y sociedad tendrán que ser revisadas y modificadas sustancialmente.


La teoría de la Singularidad

Joel Garreau, en su libro Radical Evolution (Evolución Radical) da cuenta de los grandes avances que en el área de la ciencia y la tecnología se están llevando a cabo y que están transformando la naturaleza humana misma. Explica que las llamadas tecnologías GRIN, (que por sus siglas en inglés corresponden a la genética, la robótica, la información y los nanos procesos) están fuertemente interrelacionadas, interactuando unas con otras, alimentándose entre ellas y creando colectivamente una curva de cambio como nunca antes han visto los seres humanos. Sus hipótesis fundamentales son:

  1. Estamos montando una curva de cambio exponencial.
  2. Este cambio no tiene precedentes en la historia humana.
  3. Se está transformando nada menos que la naturaleza humana3.

Para entender y explicar estos cambios, Garreau recurre a las observaciones y predicciones de Gordon E. Moore, cofundador de Intel, y que han sido modificadas y sistematizadas a lo largo del tiempo en lo que Carver Mead, profesor de Caltech, llamó la Ley de Moore, y que se resume de la siguiente manera: el poder de la tecnología de la información se duplica cada 18 meses. Este ritmo de crecimiento no tiene precedentes en la historia humana, en especial si se considera el enorme avance en un lapso de tiempo tan corto. Se trata de lo que Garreau denomina un cambio exponencial: una curva que va directamente hacia arriba y que se representa en forma de “S”. En la parte inferior de la letra está el período de estabilidad, en la parte media se desarrolla el crecimiento exponencial, que finalmente llega a la parte superior para nivelarse. Entre los ejemplos que utiliza para explicar esta ley están: el desarrollo de los ferrocarriles en Estados Unidos, el precio del silicón y, por supuesto, la industria de la computación, a la par que el decrecimiento de sus costos para masificar la producción y venta de equipos en el mercado. Aplicando esta teoría al desarrollo de sectores estratégicos en México, como es el caso de las telecomunicaciones, se puede apreciar cómo, a partir del advenimiento de la radio y poco después la televisión, los medios electrónicos de comunicación lograron un crecimiento exponencial, que va -en el caso de la radio- desde la primitiva radiofrecuencia AM a la FM, y a la transmisión en línea por Internet. En el caso de la televisión pasó del uso del sistema de microondas a satelital, llegando a la explotación de la llamada “Banda ancha”, con la formación de grandes conglomerados convergentes que prestan servicios de radio, televisión, Internet y telefonía. Según el autor, sólo hay cuatro límites para la evolución de la computadora: la física cuántica, el ingenio humano, el mercado y nuestra voluntad4.

La Curva afecta diferentes ámbitos del quehacer humano: desde los procesos de comercialización de las grandes tiendas mayoristas hasta las artes y la cultura. Se puede observar incluso en la evolución humana. La Curva implica uno de los grandes cambios de todos los tiempos: la Singularidad. Este concepto, introducido por Vinge en 1993, de acuerdo con Garreau, se emplea para describir un cambio social enorme e imprevisible conducido por La Curva. Es como aproximarse al horizonte o punto de no retorno en un agujero negro. Un punto donde nuestro diario acontecer deja de tener sentido. Es cuando interactúan una serie de elementos para gestar este fenómeno, se retroalimentan, se nutren, se entrelazan. En el caso de la tecnología, el incremento exponencial del cambio no se detiene, porque surgen nuevos descubrimientos que permiten grandes avances en las áreas que los adoptan, sean estas militares, económicas, políticas o artísticas. El punto crítico es que está fundamentalmente fuera de control5.

Eso es una Singularidad. En el contexto de la democracia digital, la Singularidad emerge mostrándose -entre otras cosas- con dos factores contrapuestos de sí misma; por un lado, el uso que los gobiernos están haciendo de la tecnología, más allá de hacer más eficientes sus procesos administrativos, y que es el espionaje al ciudadano. Por otro lado, la posibilidad que las redes sociales representan para empoderar a una ciudadanía cansada de los actuales modelos de democracia formal en la mayoría de los llamados “países democráticos”, y las consecuencias que esto tiene, como se verá más adelante.

El uso de las tecnologías de la información comenzó (como muchas otras cosas) con aplicaciones militares que posteriormente se transfirieron al ámbito del poder civil para agilizar, modernizar y hacer más eficientes y menos onerosos los sistemas burocráticos. El uso de Internet es el caso más representativo de este hecho. Es a finales de la década de los noventa cuando se empieza a aplicar el concepto de gobierno digital con la intención de reducir costos en la impresión de formatos para diversos trámites burocráticos. En los Estados Unidos se dio este primer paso en la presidencia de William Clinton. A partir de ese momento, los gobiernos de otros países fueron adoptando políticas basadas en el uso de Internet, estableciendo lo que comúnmente se conoce como e-gobierno. Al interior, los archivos se convirtieron en bases electrónicas de datos, y con ello se sofisticaron los sistemas de control y espionaje a los propios ciudadanos y rivales políticos. Las leyes se modificaron para adecuarse a la nueva realidad digital. Un ejemplo es la legislación en materia de transparencia y rendición de cuentas que garantiza que -idealmente- cualquier persona con acceso a Internet, pueda revisar la información que el gobierno genera, y que es del dominio público, con las restricciones que la misma ley prevé. De esta manera, los gobiernos se han instalado en el vasto universo digital, con las implicaciones que ello tiene en su relación con sus gobernados. La cantidad de trámites que se pueden realizar electrónicamente es enorme, y cada día se digitalizan procesos de mayor complejidad, como el pago de impuestos.

En relación con el uso que los políticos le dan a estas tecnologías, en una sociedad donde el poder y la seducción de la imagen se han vuelto esenciales6, el caso más representativo se encuentra en la campaña del actual presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien supo anticipar el poder de las redes sociales y usarlas en su beneficio captando a un importante sector del electorado. Su ejemplo ha sido imitado por infinidad de políticos en campaña en el resto del mundo. El uso de las redes permitió a Obama hacer algo que ni la radio, la televisión o la prensa pudieron: interactuar con el votante. Lo cual le permitió, de acuerdo con Tapscott, integrar a la llamada “Generación Net”, a un compromiso ciudadano en torno a su proyecto. La publicidad política interactiva y asincrónica constituyó una novedad y fue muy bien recibida por una generación acostumbrada al correo electrónico, los chats o salas virtuales de conversación y los blogs en internet. Todo esto muestra el enorme potencial que el uso de las tecnologías de información y la digitalización tienen para el futuro de la gobernanza nacional y mundial.

Sin embargo, es importante señalar los riesgos que esto tiene en -al menos- dos aspectos fundamentales de la democracia. El primero de ellos es el enorme poder que el marketing político electoral ha ganado en la publicidad política gracias al desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación. Esto debería permitirle hacer llegar al electorado las propuestas y programas de acción de partidos y candidatos, de una manera clara y eficaz, pero en la mayoría de los casos no es así. Se presenta al candidato envuelto en un atractivo paquete de promesas, frases ocurrentes y buenas intenciones, pero al final ese paquete está vacío. Si a ello se le suma –en el caso mexicano- una legislación que ha generado un modelo de comunicación política en un solo sentido, donde el ciudadano es pasivo receptor de la propaganda política sin la posibilidad de dialogar, cuestionar y debatir con quienes aspiran a gobernarlo, entonces la tecnología habrá sido una oportunidad perdida para la democracia.

El segundo riesgo está en el uso discrecional que los gobiernos pueden hacer de la gran base de datos de la ciudadanía y la aplicación de la tecnología para observar y espiar no sólo al adversario político sino a la misma sociedad. El acceso a sus números de seguro social, correos electrónicos, hábitos de navegación, datos fiscales, laborales y demás, coloca al ciudadano en una situación de vulnerabilidad ante un gobierno que tiene precisamente la delicada tarea de salvaguardar estos derechos.

Derivado de lo anterior, surge otro aspecto de la cuestión, que se refiere al uso que los ciudadanos le dan a esta tecnología. Más concretamente, el uso que le dan para interactuar entre ellos, sostener y promover actitudes y acciones políticas a favor o en contra de los regímenes en que viven. Solidarizarse con ciudadanos de otros países y unirse en causas comunes como el caso de los llamados “globalifóbicos”, los “indignados” u Ocupy Wall Street. Internet y las redes son los espacios que usan estos ciudadanos, agrupados o individualmente, para dar a conocer sus opiniones, sus puntos de vista, convocar a reuniones y llevar a cabo estrategias de difusión de información, en ocasiones clasificada y supuestamente resguardada por el Estado. Tal es el caso de Julian Assange y WikiLeaks. Nunca como ahora, un pequeño grupo de ciudadanos había provocado una crisis política internacional de las dimensiones que se están viendo al revelar información secreta del gobierno de Estados Unidos que involucra a terceros países. Ha originado reacciones y declaraciones al más alto nivel en las que no se cuestiona el acto ahí mencionado, a saber, el espionaje estadounidense, sino el hecho de revelar esa información. Esto es un acto diferente al de los hackers, jóvenes de la Generación Net que han violado los sistemas de seguridad de gobiernos y empresas.

Otro acto quizá emblemático del poder de convocatoria de un ciudadano común ante conductas poco claras de un gobierno, es el que se conoce como “La noche de los móviles”, ocurrido el 13 de marzo de 2004, cuando un joven español envió un mensaje a sus amigos valiéndose únicamente de su teléfono celular. El objetivo era reunirse en una plaza pública para protestar por la política de su gobierno en la guerra de Irak. A través de las redes sociales y los celulares, el mensaje se propagó masivamente y logró reunir a miles de españoles en una jornada memorable, que no fue convocada por ningún partido político u organización. Todo comenzó con la iniciativa de un ciudadano de a pie. Esto muestra el impacto que las tecnologías pueden tener en acciones de resistencia ciudadana, y la manera en que pueden empoderar efectivamente a la sociedad, a través de espacios democráticos digitales como son las redes sociales.

Este hecho es esencialmente distinto al fenómeno conocido como “flash mob ”, “smartmob ” o “inexplicable mob ”, consistente en reunir espontáneamente a un grupo de personas que no necesariamente se conocen entre sí, para llevar a cabo alguna actividad que puede ser intrascendente, divertida o inocua, y que termina con la dispersión voluntaria de los participantes tan rápido y fugazmente como se reunieron. “La noche de los móviles” es un ejemplo de conciencia política cuyo impacto en las elecciones celebradas posteriormente en España aún se debate, pero que finalmente no pasó en absoluto inadvertido.


Conclusiones

El debate sobre la efectividad en el uso de las tecnologías de la información por parte de los ciudadanos sigue en pie. De Ugarte, por ejemplo, establece que las redes sociales como medio de comunicación pueden “…cambiar la agenda pública, elevar a tema de debate social cuestiones que los medios tradicionales no abordan o filtran. Un blog no es un medio, pero el conjunto de blogs sí lo es”. Y convoca al “ciberactivismo”, que entiende como “una estrategia para formar coaliciones temporales de personas que, utilizando herramientas de esa red, generen la masa crítica suficiente de información y debate para que este debate trascienda la blogsfera y salga a la calle o se modifique de forma perceptible el comportamiento de un número amplio de personas7”.

Diversos acontecimientos de la historia reciente, como los mencionados en este escrito, le dan la razón. En el caso de la llamada “primavera árabe”, no se discute el papel que las redes sociales y las tecnologías de información jugaron en la caída de Hosni Mubarak, sino el grado de incidencia que tuvieron. En cambio, Hindman señala que la Internet es aún muy joven para sostener que de ahí puedan surgir elementos que aporten al debate político y se construya un discurso verdaderamente democrático. No obstante, uniendo el enorme potencial de Internet, la masificación de equipos de comunicación y navegación, las características y actitudes de las nuevas generaciones con su sentido de autonomía e identidad, el desarrollo tecnológico, la democracia electrónica, la cultura participativa y la inteligencia colectiva, se tienen elementos para preguntarse si se está arribando o no, a un crecimiento exponencial de La Curva en materia de democracia y ciudadanía, que esté incubando las semillas de una nueva sociedad civil, que cambiará sustancialmente la relación entre gobernantes y gobernados, haciendo surgir nuevos modelos de gobierno y modificando la naturaleza misma del Estado y del propio ciudadano: Estado global, ciudadano global en un entorno digital.

Algunos elementos del presente análisis favorecen la idea de que así podría ser, si bien es un camino a largo plazo y no exento de escollos y grandes dificultades, caracterizados por conflictos de intereses y luchas por el poder. Es evidente que ante acciones como la de WikiLeaks, los gobiernos desatarán una persecución real y virtual que reprima a quienes amenazan sus intereses. Pero ya no se puede detener el crecimiento exponencial de las tecnologías informáticas y su uso masivo en la era digital. Este enfrentamiento tendrá que resolverse de algún modo. En términos de Garreau, un escenario “celestial” sería el surgimiento de gobiernos honestos, transparentes y vigilados por el ciudadano. Un escenario “infernal” traería un nuevo totalitarismo cibernético, donde las máquinas, y ya no los políticos, controlarían a la sociedad. Un escenario “prevaleciente” sería una sociedad en equilibrio entre su gobierno y ciudadanos, en diálogo constante y respetuoso, superando de la mejor manera posible sus diferencias y controlando por supuesto, juntos, sociedad y gobierno, el uso y aplicación de las tecnologías de la información.

A juzgar por el tradicional comportamiento de los poderes fácticos y el potencial de cambio de una sociedad civil organizada, es muy probable que en el corto y mediano plazo, la ruta a seguir sea una que se debata entre los escenarios “infernal” y “prevaleciente”, gracias al fenómeno de la Singularidad, la sociedad tiene la oportunidad de inclinar La Curva de la democracia digital a su favor, si bien se trata de un esfuerzo de enormes e históricas dimensiones, que sólo será posible en la medida en que las tecnologías y medios de información y comunicación se democraticen y la ciudadanía adquiera el carácter de ser crítica, participativa y consciente. Esto se logra con la acción civil organizada.


Referencias

1. LIPOVESTKY. "La era del vacío". Anagrama. Barcelona. Anagrama. S.A. de C.V. 2005. p. 113
2. ZYGMUNT, Bauman."Tiempos líquidos". Barcelona.Tusquets, 2007.
3. JOEL, Garreau. "Radical Evolution". New York. Broadway Books, 2006. p. 6.
4. Idem. p. 52.
5. Idem. p. 72.
6. JHON, Heskett. "El Diseño en la Vida Cotidiana". Barcelona. Gustavo Gilli, 2005.
7. DAVID, de Ugarte. "El poder de las redes". http://www.deugarte.com/gomi/el_poder_de_las_redes.pdf


Fecha de recepción Fecha de aceptación Fecha de publicación
2/03/2015 29/04/2015 29/05/2015
Año 2, Número 3. Mayo - Agosto, 2015.


Buscador interno de artículos: